Joyas Talmudicas


Al rabi Hyya bar Abba y al rabi Abbahu se les tenia por dos de los mas grandes eruditos rabínicos de su tiempo y, casualmente, ambos aparecieron el mismo dia en un pueblo para pronunciar sus respectivos sermones, atrayendo cada uno de ellos una considerable audiencia.
El rabi Hiyya estaba tratando de serios asuntos de índole legal, mientras que las enseñanzas del rabi Abbahu se componían principalmente de cuentos y parábolas. Y, asi, no paso mucho tiempo hasta que toda la gente que se había congregado para escuchar al rabi Hiyya se pasara con la multitud reunida para escuchar los maravillosos cuentos del rabi Abbahu.
Comprensiblemente, Hiyya se quedo un tanto decepcionado cuando vio que se había quedado con nada mas que unos cuantos oyentes y, mas tarde, aquel mismo dia, le dijo a Abbahu:
-Te voy a contar un cuento. En cierta ocacion, dos mercaderes llegaron a un pueblo para vender sus mercancías. Uno de ellos vendia piedras preciosas y el otro vendia bisutería barata. Al principio, la gente del pueblo se reunió alrededor del comerciante que traia las mercancías mas caras. Como es natural, tenían curiosidad por ver de cerca las finas gemas. Pero, cuando llego el momento de comprar y no solo de mirar, acudieron en masa al mercader de la bisutería, y fue con el con el que se gastaron su dinero. [FUENTE TALMUDICA: Sotah 40ª]
Comentario del Rabi:
La naturaleza humana nos lleva a desear aquellas que, en apariencia, resultan mas valiosas, pero la mayoría son inalcanzables. Dado que somos incapaces de adquirir todo lo que ansiamos, solemos conformarnos con aquello que creemos que nos podemos permitir.
En esta parábola, el discurso del rabi Hiyya requería de una erudición mayor que la que se precisaba para los fácilmente accesible cuentos y parábolas del rabi Abbahu. No es de sorprender, pues, que, las instructivas joyas del rabi Hiyya fueran descartadas; después de todo, a excepción de un selecto y minisculo grupo de oyentes, sus palabras estaban mas alla de la capacidad de comprensión de las masas. Pero, a pesar de lo difícil que pueda ser comprender una idea original, todos y cada uno deberíamos de seguir buscando el conocimiento y el discernimiento reales, y guardar siempre con nosotros la idea de que la verdadera sabiduría excede en valor a las posesiones materiales.

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